Sumando a los espacios para la diversidad, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) se llevó a cabo el panel “La representación trans en el cine contemporáneo”, con la participación de tres directores: Estibaliz Urresola, directora española de 20,0000 especies de abejas (2023); Gisela Delgadillo, directora mexicana de la película documental Kenya (2022); y el director trans serbochileno nacido en Estados Unidos, Vuk Lungulov-Klotz, quien realizó la película Mutt (2023); las tres películas forman parte del programa oficial del FICG38.

La conversación fue moderada por Yolanda Segura, escritore y activista perteneciente a la comunidad LGBTQ+, quien se encargó de iniciar la conversación con una pregunta acerca del proceso que siguieron los directores para cuestionar la mirada con la que abordaron las historias, considerando que las tres obras son producciones que logran salirse de la convención. Gisela Delgadillo, directrora de Kenya, compartió que su proceso fue intuitivo. Señaló que era importante elegir una dirección que no sumara a los estereotipos y al estigma para así contar aquellas partes de las historias que no se conocen. En su caso, fue decisivo elegir no enfocar la atención en la violencia y ponerla en la lucha.

Por su parte, Vuk Lungulov contestó que, para él, el objetivo era presentar la plenitud de una persona transgénero, mostrar incluso a un antihéroe, alguien con todas sus complejidades más allá de ser trans.

En tanto, la directora vasca compartió que trabajar con familias de niños y niñas trans le permitió ver otro lado de la historia, la oportunidad que representa encontrar una nueva forma de diálogo, de comunicación e incluso de autorreflexión sobre las cosas que nos han sido asignadas.

Dentro del diálogo se abordó la relación entre lo íntimo y su incidencia en lo político, algo que empieza con la forma en que los cuerpos son atravesados por un contexto político que asigna significados ya establecidos. Esto pone en marcha mecanismos de exclusión directa al negar espacios y oportunidades; algo que debe ser cuestionado y derrocado para habilitar otras posibilidades.

Gisela Delgadillo habló de la política de la solidaridad, de la empatía, pero sobre todo de la indignación, del rol que tiene el hecho de no callarse y alzar la voz como una herramienta para enfrentarse a un sistema de instituciones hostiles y disfuncionales. “Indignarse es político”, recalcó la directora. Para Estibaliz, lo trans desafía el orden creado por un sistema patriarcal, colonial y capitalista.

Para los tres directores es importante situar a sus personajes fuera de los estereotipos utilizados para representar a las identidades trans y romper con la tragedia ligada a la representación trans. Con este fin, hicieron un llamado a ejercer la empatía, no solamente desde lo intelectual, sino por medio del ejercicio de retratar a los personajes en otros contextos, en donde hay otras posibilidades, y acercarnos, también, a los personajes más allá del margen de lo trans. “Crear un espacio donde la tristeza no es el foco”, agregó el director chileno.

Al hablar de las audiencias a las que estaban dirigidas sus obras, Vuk enunció que no hay representación de hombres trans, por lo cual, para él había sido importante generar un espacio seguro para la población de hombres trans y que, al hacerlo, había terminado generándolo para cualquier persona. Gisela Delgadillo contó que, aunque inició dirigiendo su trabajo a una audiencia trans, terminó apuntándolo hacia todas las personas para sensibilizar e invitar a accionar ante “una deuda que, como sociedad, tenemos y que hay que pagar”.

Para finalizar, la directora española señaló la responsabilidad que sintió de hacer una historia con un personaje trans en un contexto amoroso, en el que no representa un problema con el que niños y niñas pudieran identificarse. Concluyó que “el cine tiene la capacidad de producir imaginarios, de mostrar otras maneras de vivir”.