Durante la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), miembros destacados de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) compartieron con el público su trayectoria, metodología y procesos creativos, elementos clave en la realización de proyectos que han sido nominados y galardonados con el premio Ariel.

Con la participación de realizadoras y realizadores como Samuel Kishi, Juan José Medina, Sofía Carrillo, Rita Basulto y León Fernández; en este panel convergieron ideas en torno a los procesos de producción en la animación y el cine de acción real, así como sobre las fuentes de inspiración que alimentan la visión creativa de cada cineasta.
La conversación dio inicio con Juan José Medina, animador egresado de la carrera de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara (UDG), cuyo cortometraje Tío (2021) fue galardonado con el Ariel a Mejor Cortometraje de Animación. Medina destacó la importancia de conectar con uno mismo y con las propias historias, más allá de seguir tendencias internacionales de la animación. Para él, la honestidad es clave para establecer un vínculo genuino con el público. Actualmente, Medina se desempeña como director creativo en Outik Animation y colabora en el Taller del Chucho.
Desde su experiencia en proyectos como Los Aeronautas (2016), ganador del Ariel en 2016 a Mejor Cortometraje de Animación, y su participación de Pinocho de Guillermo del Toro (2022), León Fernández compartió claves sobre cómo la animación desafía los límites entre lo real y lo imaginario. Coincidió con Medina en que la honestidad es fundamental al hacer cine: “Tienes una inquietud como artista y no piensas en ganar el Ariel”, señaló enfatizando que el impulso creativo nace de una necesidad expresiva más que de la búsqueda de premios.
La animadora Sofía Carrillo, reconocida por su trabajo en stop motion, tomó la palabra para compartir su experiencia en el arte de la animación. Con cinco nominaciones al Ariel y dos estatuillas ganadas por Prita Noire (2011) y Cerulia (2017), habló sobre la libertad creativa que ofrece este formato, el cual le permite explorar, experimentar y crear obras que perduran en el tiempo.
También destacó el lazo emocional que la animación tiene con la infancia: “Me siento como una niña otra vez, jugando con juguetitos”, comentó entre risas, destacando cómo sus historias están profundamente conectadas con el universo infantil que sigue habitando su imaginario.
Al hablar sobre su proceso de escritura, Samuel Kishi, egresado de Artes Audiovisuales por la UDG y reconocido internacionalmente por filmes como Los Lobos (2019) y Somos Mari Pepa (2013), comenzó con una frase contundente: “escribir es reescribir”. Compartió que el guión de Mari Pepa nació de una conversación nocturna con su hermano en la que afloraron recuerdos de su infancia. Para su sorpresa, el cortometraje fue premiado tanto en los Arieles como en el FICG. Más adelante, decidió desarrollar el largometraje, no con la intención de obtener premios, sino con el objetivo de “generar oficio” junto a sus compañeros de universidad y construir comunidad desde el quehacer cinematográfico.
Rita Basulto, artista plástica y animadora, ha sido reconocida en múltiples ocasiones con el Ariel a Mejor Cortometraje de Animación por obras como Humo (2023), Zimbo (2015) y Lluvia en los Ojos (2012). Durante el panel, se definió como una artista “diversa y dispersa”. Compartió que no se siente atada a una sola línea creativa, por el contrario, disfruta experimentar libremente guiada por su sensibilidad y construir sus proyectos como si se tratara de rompecabezas.
El panel cerró con una ronda de preguntas y respuestas, en la que los cineastas ofrecieron valiosos consejos a las y los jóvenes interesados en los procesos creativos. Samuel Kishi destacó que el secreto para construir personajes entrañables radica en la empatía y la pasión que el propio creador siente por su historia. Juan José Medina subrayó la importancia de trabajar con honestidad, recordando que “los artistas primero tenemos responsabilidad con nosotros mismos”. Para concluir, Kishi hizo hincapié en la necesidad de cultivar una “rutina creativa”, señalando que mantener mente y cuerpo sanos es fundamental para sostener un proceso artístico auténtico y duradero.