Este jueves 13 de junio se presentó la clase magistral de Patricio Plaza: “El terror político en la animación latinoamericana”, en la sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas, dentro de las actividades que forman parte de la edición 39 del Festival Internacional de cine en Guadalajara (FICG).
El animador e historietista gráfico argentino se ha desarrollado como director de animación en distintos proyectos, tales como Carne de Dios, Luz diabla y Santa sombra. Carne de Dios es quizá su trabajo más destacado hasta el momento, siendo ganador del premio Rigo Mora del FICG en 2023.
La clase dio inicio con Patricio hablando sobre la posibilidad de que exista un nuevo subgénero donde se apropien las formas occidentales del cine popular para transmitir mensajes fuertes y contemporáneos sobre la realidad histórica de los países latinoamericanos.
“Hay un movimiento en la animación latinoamericana, al menos en los últimos 15 años, que refleja un poco nuestra realidad, nuestra historia, y que va más del cine de animación y de su especificidad para poder construir otro tipo de narrativas, otro tipo de diálogo con nuestra propia historia y la multiplicidad de la cultura que nos propone”, expresó.
Posteriormente, habló de las temáticas que cargaría este subgénero que se relacionaría con lo monstruoso y con lo siniestro, vinculado desde una perspectiva de lo sobrenatural pero con un abordaje de lo siniestro desde lo cotidiano: “Es esta idea de que el terror puede estar dialogando con la realidad permanentemente y manifestarse en lo monstruoso como una anomalía”.
Patricio también habló sobre su cortometraje animado Carne de Dios, el cual aborda los temas de la colonización y el sincretismo en la época de la Conquista en un pequeño pueblo de Oaxaca. La historia presenta a un padre católico que confronta sus creencias a la hora de curarse de una enfermedad desconocida. “El sincretismo se vuelve una forma de resistencia cultural y de supervivencia, de una cultura oprimida en relación con una cultura opresora”, puntualizó.
El realizador también habló sobre cómo este proyecto se convirtió en una carta de amor a México, ya que fue uno de los pocos lugares que le abrió la puerta a la hora de coproducir un proyecto de carácter arriesgado.
El creativo terminó su clase magistral calificando a la memoria como un acto colectivo de resistencia a los artistas latinoamericanos que tratan de apropiarse de estas narrativas para contar sus propias historias.